Después de cumplir un año escolar en el Liceo Urbaneja Achelpohl, el Profesor Julio Miliani que en algunos años después se convirtió en mi compadre me cambió para el Liceo Lino de Clemente, una creación nueva situada en la California Norte con una estructura sencilla pero construida con cariño.
Más fácil era llegar a “Quinta Alcántara” en la Parroquia San Juan aunque tenía que subir miles de metros parecido a la subida a “Sabas Nieves, Cerro Ávila”; llegar al Lino de Clemente era una odisea porque no contaba con automóvil; se llegaba por la autopista hacia Petare o por Chacao; no existía Metro sino los eternos autobuses municipales blancos y azules, siempre feos, destartalados, impuntuales y siempre repletos de pasajeros. La primera clase comenzaba a las 7 de la mañana, la población estudiantil era de Petare, el Marqués, la California Norte y Sur, Boleíta, Los Chorros; es decir de diferentes comunidades y estrato social. El plantel tenía unos jardines muy hermosos pero como casi todos los colegios públicos sin instalaciones deportivas.
Al principio tuve que utilizar los pasillos y luego el Concejo Municipal que presidía Said Raydan a través de un amigo común el médico Carlos Torres Bracho (+), quien tenía unas horas de puericultura, nos consiguió que asfaltaran un terreno; así fue la génesis de una cancha con las medidas mínimas requeridas, por supuesto que esto no fue la panacea porque cuando los alumnos tenían que hacer ejercicios en el suelo se quemaban porque el sol dejaba el asfalto hirviendo, luego pintamos las canchas de voleibol y baloncesto y mandamos a construir las torres, tablero y sus respectivos aros.
En los espacios donde hoy está construido el Centro Comercial el Marqués era un “peladero de chivo” y dos representantes muy conocidos del ambiente del deporte: Delio Amado León, conocido narrador deportivo y Aníbal Flores (Cabilla); mandaron a construir el baques top, y nos dotaban de pelotas y balones de voleibol y baloncesto, (que maravilla). Para la natación me llevaba a los alumnos a la piscina del Liceo “Gustavo Herrera”. Nadie me iba a parar en mi objetivo de cumplir la asignatura a pesar de las limitaciones. Los domingos me los llevaba al Cerro Ávila y pasábamos hasta el mediodía horas de actividades recreativas.
En época de vacaciones sacábamos los pupitres y aprovechábamos los escritorios para los juegos de ajedrez, mandamos a iluminar la canchita con la ayuda del Concejo y representantes quienes se incorporaron al programa deportivo del Liceo y compartían con sus hijos y profesores.
Jamás le pase factura al Ministerio de Educación por estas actividades que no aparecían en el programa y mucho menos las horas de la noche y los días sábados donde se incorporaban los profesores entre ellos el director Arecio Rodríguez, extraordinario profesor y mejor persona (vecino del Nuevo Prado). Arecio falleció muy joven, al igual que Samuel Rodríguez Barrera que al tiempo fue Director Académico de la Universidad Experimental Libertador (UPEL) y murió de un infarto en pleno consejo académico.
Con este grupo de profesores que aparte de cumplir con dictar sus asignaturas se incorporaron al deporte los alumnos daban el cien por ciento de sus habilidades. Cuando yo tenía que viajar al extranjero me hacían la suplencia alumnos de Educación Física del Pedagógico que yo seleccionaba. Pedro Alexander Cortez, quien había sido mi alumno en el Urbaneja Achelpohl y Alberto Centeno hoy día jubilado y profesor de Postgrado de Metodología de la Enseñanza.
Algunos alumnos del Lino de Clemente ingresaron a estudiar Educación Física al Pedagógico entre ellos José Reina (+), Carlos Mejías y otros. Tengo que hacer honor a la Profesora Julieta Deternoz que Dios la tenga en la Gloria por su denodada trayectoria en mi Liceo del Alma donde labore durante 15 años…después a la Universidad Simón Bolívar.
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